Esta palabra, a priori tan difícil de pronunciar, es la que empleamos los dermatólogos para hablar de la sudoración excesiva. En realidad, todos sudamos y hacerlo es esencial para regular nuestra temperatura corporal.
El problema es que, en un 3% de la población aproximadamente, esta sudoración puede darse de forma más habitual e, incluso, independiente de estímulos como el calor o el estrés. Como puedes imaginar, esto afecta en gran medida a la calidad de vida, la autoestima y la manera en que los pacientes con hiperhidrosis se relacionan con los demás.
Las personas que sufren hiperhidrosis axilar, por ejemplo, pueden no querer vestir ropa de determinados colores para evitar las manchas de humedad. Por otra parte, aquellos que tienen afectación palmar suelen eludir dar la mano a otras personas por miedo a que estas sientan rechazo.
Y qué decir de la hiperhidrosis plantar, que puede condicionar a las personas afectadas a la hora de llevar un determinado calzado, ya que este exceso de sudoración, puede hacer que se resbalen caminando cuando llevan sandalias.
Pero, ¿por qué se produce?
De manera general, podemos decir que tenemos dos tipos de glándulas sudoríparas: las ecrinas y las apocrinas. Las ecrinas se localizan en toda la superficie corporal, estando más concentradas en la cara, las palmas y las plantas y producen una secreción más líquida. Las apocrinas están localizadas en áreas como las axilas, inglés o el conjunto areola-pezón. Estas desembocan en los folículos y producen una secreción más densa.
Algunos autores incluyen otro tipo de glándulas sudoríparas, las apoecrinas, que comparten características de ambas, pero en esto no nos vamos a meter. Por lo menos, no hoy.
La producción de sudor está regulada en su mayoría por terminaciones nerviosas del sistema simpático que liberan acetilcolina (importante porque, como veremos, se usa como diana terapéutica). Lo más frecuente es que el exceso de sudoración no tenga ninguna causa conocida. Es lo que denominamos hiperhidrosis primaria. Pero en algunas ocasiones puede ser secundaria a medicamentos o alguna enfermedad, que un médico debe descartar.
Es importante aclarar que el sudor no huele. La bromhidrosis o mal olor, puede ir unida o no a la hiperhidrosis. Este olor es debido a las bacterias, su sobrecrecimiento y las reacciones químicas que producen. Debes saber que, también podemos tratarlo y que algunos alimentos, medicamentos o patologías pueden agravarlo.
Tratamientos para la hiperhidrosis
Por suerte, contamos con un amplio arsenal terapéutico. Dependiendo de la localización o la intensidad, optaremos por unos u otros tratamientos.
- Antitranspirantes que reducen la secreción de sudor, a diferencia de los desodorantes que solo actúan frente al olor. Los hay en spray, crema, roll on, toallitas… Es mejor utilizarlos por la noche e ir espaciando su uso en función de la respuesta.
- Anticolinergicos tópicos (en áreas localizadas), en parches y orales (muy útiles en casos generalizados). Su función es evitar que la acetilcolina se una a su receptor en las glándulas sudoríparas, de esta manera reducirán la producción de sudor por las mismas.
- Neuromodulador que actúa bloqueando la liberación de la acetilcolina por las terminaciones nerviosas. Es una técnica sencilla, segura y con rápido efecto. Especialmente indicada en áreas localizadas (axilas, palmas, incluso, cuero cabelludo).
- iontoforesis consistente en la aplicación de una corriente eléctrica que actúa en las glándulas de las zonas afectadas, previamente sumergidas en un líquido. Es una técnica segura, se utiliza sobre todo en palmas y plantas.
- Cirugía (simpatectomía) en casos que no mejoren con los tratamientos anteriores con muy buenos resultados.
- Terapias físicas como el láser, las microondas, los ultrasonidos… que destruyen las glándulas sudoríparas.
Como ves, la hiperhidrosis no tiene por qué condicionar tu vida. Si la padeces, acude al dermatólogo y ponle solución. Pide cita con nuestro equipo y vamos a por ello.
Dra. Raquel Navarro
