Aunque ambos pertenecen al grupo de los tratamientos de luz, debemos distinguir el láser del IPL (luz intensa pulsada). La diferencia entre ambos dispositivos se basa en las peculiaridades de la radiación emitida. Mientras el láser funciona con una única longitud de onda, el IPL abarca un amplio espectro de longitudes, lo cual lo convierte en un dispositivo muy versátil. Como el universo de los dispositivos de luz es complejo, vamos a utilizar la palabra “láser” para englobarlos a todos, a no ser que se requiera de alguna puntualización particular.
Hay muchos tipos diferentes de láser, cuyas diferencias se basan en:
- La diana (es el “objetivo” al que se dirige el láser)
- La respuesta de la piel a corto plazo tras el procedimiento
- El tiempo de recuperación (“down-time”)
- Qué podemos conseguir con ellos
La elección del dispositivo se basa sobre todo en la afección cutánea que queramos tratar (cicatriz, rojez, arruga, mancha, etc…), así como en las expectativas y preferencias del paciente en relación al “down-time” y el resultado final.
El dispositivo empleado, así como los parámetros elegidos también dependerán del fototipo (color de la piel). Hay que tener en cuenta que la tez morena tiene mayor riesgo de hiperpigmentación si no la preparamos y tratamos correctamente tras el procedimiento. El los fototipos altos (pieles morenas), debemos ser más prudentes con los parámetros, a menudo requiriendo más sesiones de menor “potencia” que en pieles claras.
Cada láser tiene una diana terapéutica, es decir, un objetivo a destruir, mejorar o tratar, que llamamos cromóforo. Los principales cromóforos son:
- La melanina (responsable del color de la piel)
- La oxihemoglobina (que aporta una coloración rojiza)
- El agua
- La glándula de grasa
Es importante destacar que el tratamiento láser no debe asociarse a piel “enferma”, ya que podemos anticiparnos y prevenir ciertas alteraciones que puedan aparecer progresivamente. De este modo, el mantenimiento de una piel sana y bonita resulta mucho más sencillo, adelantándonos al deterioro cutáneo que ocurre con el tiempo.
¿Qué podemos tratar con láser?
- Cambios en la coloración de la piel (manchas como léntigos solares)
- Alteración vascular (telengiectasias, arañas vasculares, componente vascular de la rosácea)
- Cambios en la textura (arruga fina, poro visible…)
- Flacidez
- Eliminación de tumores benignos (verrugas, queratosis seborreicas, nevus intradérmicos…)
- Alteraciones premalignas (queratosis actínicas)
Algunos criterios de clasificación
Láser fraccionado o no fraccionado:
Actualmente se usa con más frecuencia el láser en “modo fraccionado”. Es más respetuosos con la piel y requiere menos tiempo de recuperación o “downtime”. El término fraccionado implica que tratamos la piel en forma de columnas, no incidiendo la luz en toda la superficie de la piel. Se dejan zonas respetadas/sanas que serán las que ayuden a la cicatrización y recuperación tras el tratamiento.
Láser ablativo y no ablativo
Los láseres ablativos calientan y vaporizan la piel, lo que implica que van a aparecer pequeñas costras tras el tratamiento. Sin embargo, los no ablativos, calientan la piel sin vaporizarla (respetando la superficie) y por lo tanto sin generar costras, solo eritema o inflamación. Esto implicará una recuperación más rápida pero la necesidad de un mayor número de sesiones que con los láseres ablativos.
El IPL
Como hemos dicho, no es un láser. es un dispositivo muy versátil porque nos permite elegir el filtro, que marcará la diana o el objetivo de la luz, es decir, podremos dirigirnos principalmente al color marrón o rojo, adaptándonos a la profundidad del cromóforo, a la intensidad de la lesión o al fototipo del paciente.
Aplicaciones según el objetivo
Logramos mejorar arrugas, textura, laxitud y/o tamaño del poro. El resultado real y definitivo no es inmediato dado que la estimulación de colágeno, elastina y otros componentes de la dermis tarda unos meses en producirse y ser objetivable. Tanto los láseres ablativos como no ablativos pueden ser útiles para este objetivo. El rejuvenecimiento puede hacerse en la totalidad del rostro o bien en zonas concretas que estén más alteradas (labio superior, párpados…). En ocasiones recomendaremos realizar una profilaxis para virus herpes cuando hacemos este tipo de tratamientos. Aquellos pacientes que usen retinol debidamente asesorados, potenciarán más aún los efectos beneficiosos de este procedimiento.
Las lesiones pigmentadas por excelencia en el tratamiento con láser son los léntigos solares. Mejoran cuando se orienta el tratamiento de forma específica a esta irregularidad de la pigmentación con diferentes dispositivos (IPL, Q-switch, CO2…) y también secundariamente también al hacer un rejuvenencimiento facial. En ocasiones, estas lesiones se tornan algo grisáceas los primeros días del tratamiento, paso previo a su desaparición.
Se tratan sobre todo con IPL y PDL (láser de colorante pulsado). Este tratamiento es frecuentemente integrado en el algoritmo terapéutico de la rosácea por el componente de alteración vascular que tiene esta patología.
Hay que ser muy cautos con el láser, no debe ser la 1ª opción de tratamiento sin “control previo” del melanocito, por el riesgo de efecto rebote. Hay que poner los cimientos de la casa (con el tratamiento tópico con despigmentantes, retinol, alfa-hidroxiácidos…), pudiendo completarse con microneedling, ácido tranexámico oral, peelings… y en casos seleccionados y con las precauciones pertinentes, realizar láser de picosegundos y/o IPL.
En Clínica Eguren disponemos de la plataforma M22 de Lumenis con IPL y ResurFx (láser fraccionado no ablativo), de un láser CO2 (láser ablativo) Acupulse de Lumenis y del Helios 785, láser de pico y nanosegundos muy específico para tratamientos de manchas (melasma, léntigos y otras pigmentaciones cutáneas) y eliminación de tatuajes.