Fotoprotectores tópicos, la guía definitiva
Puede que elegir tu fotoprotector tópico te parezca una cuestión difícil, pero estoy seguras de que, tras leer este artículo, vas a poder tomar la decisión más adecuada según las necesidades de tu piel, tus circunstancias o estilo de vida.
Para empezar, debemos hacer una distinción entre los filtros químicos y los físicos. Seguro que has oído estos dos términos más de una vez. A menudo se utilizan como reclamo publicitario, pero ¿¡sabes realmente que son y para quién están indicados!? Te diré que la diferencia esencial entre los fotoprotectores químicos y los físicos reside en sus mecanismos de acción.
Filtros físicos vs. Filtros químicos
Los fotoprotectores físicos, también llamados inorgánicos, actúan como pantallas minerales. Es decir, hacen de barrera física (de ahí su nombre) dispersando la radiación UV, la luz visible y los infrarrojos. Estos filtros no penetran en la piel, por lo que no producen irritación. Eso los hace ideales para personas con piel sensible y tendencia a las reacciones a las cremas solares. Lo malo es que no resultan ni muy estéticos ni muy cómodos. A pesar de que, en los últimos años, la industria ha logrado formulas mucho más agradables, este tipo de fotoprotectores siguen dejando un residuo blanquecino y untuoso sobre la piel.
Por otro lado, y de forma muy resumida, los filtros químicos, también llamados orgánicos, transforman la energía lumínica en energía térmica. Según el producto, absorben un tipo de radiación u otra (UVA, UVB y HEVL o luz visible, IR). Al no formar una película sobre la piel, como sí ocurre con los filtros físicos, sus cualidades cosméticas resultan mucho más agradables. Suelen ser incoloros, de rápida absorción y poco “pringosos”.
Bueno, entonces está claro, ¿no? Estos son los fotoprotectores perfectos. Pues no para todo el mundo. Como contrapartida a sus múltiples bondades, los filtros químicos pueden producen muchas más reacciones de contacto. Por eso están desaconsejados en pieles sensibles y reactivas, en embarazadas o durante la primera infancia.
Ah, por cierto, es importante recordar que en niños menores de 6 meses el uso de fotoprotectores sea cual sea el tipo, está desaconsejado. Es más, en esos primeros meses de vida, los bebés no deben ser expuestos al sol. Pero ¿¡cómo puede ser si el pediatra me ha dicho que debe darle la luz!? Efectivamente, la luz, no el sol.
La realidad del mercado
Es bastante frecuente encontrar en el mercado productos que combinan ambos tipos de filtros. Esto refuerza y complementa la efectividad de dichos productos y mejora características como la textura y el tono. Además, las fórmulas suelen añadir principios activos antioxidantes como las vitaminas C y E que contribuyen a combatir los radicales libres y el daño en el ADN de las células resultado de la exposición solar. También suelen emplearse carotenoides, flavonoides y polifenoles del té verde. Todo ello para potenciar la eficacia fotoprotectora actuando desde dentro y desde fuera simultáneamente.
Pero con tener esto en cuenta no basta. Existen múltiples situaciones en las que el fotoprotector, sea cual sea, es puesto a prueba. El roce con la ropa o la arena, la sudoración o la exposición al agua en piscinas o playas. De ahí que insistamos en la importancia de la reposición del filtro solar cada x tiempo.
Además, existen fotoprotectores específicamente formulados para el rostro y para el cuerpo. Por todos es sabido que las exigencias de la piel del rostro no son las mismas que las del cuerpo. Y ¿¡qué deberíamos tener en cuenta a la hora de escoger un filtro solar facial!? Pues primero, para qué tipo de piel está pensado. Hoy en día tenemos opciones oil free para pieles con tendencia acnéica, para pieles maduras, para pieles con manchas, con color, sin color, etc.
Por cierto, hablando de fotoprotectores con color. Ten en cuenta que, cuando los usamos, tendemos a aplicar menos cantidad de la aconsejada. Si fuéramos rigurosas con la cantidad, nos veríamos excesivamente maquilladas. Por eso recomendamos aplicar primero un fotoprotector sin color y después otro con color. Combinando ambos productos garantizamos su efectividad con un resultado estético mucho más natural.
El fotoprotector ideal debe ser…
En cualquier caso, el fotoprotector perfecto debería ser de amplio espectro, es decir, que proteja de todo tipo de radiaciones; con un factor UPF 50+, fácil de aplicar, agradable al tacto, adecuado a nuestro tipo de piel, no comedogénico, formulado con activos antioxidantes e hidratantes y no irritante. Y si queremos hilar aún más fino, diremos que debe resultarnos cómodo tanto por su forma de aplicación como por su Packaging.
¿¡Por qué digo esto!? pues porque hoy en día tenemos en el mercado un sinfín de formatos: en bruma, en loción, en spray en stick… Y como comprenderás no es lo mismo aplicarte un fotoprotector para ir a hacer deporte (en cuyo caso suele ser más práctico optar por el formato stick) que para ir a trabajar.
Bueno y todo esto está fenomenal, pero no es suficiente. La fotoprotección no puede quedarse en la aplicación de un tópico. Existen otras estrategias complementarias como la evitación en las horas centrales del día, la fotoprotección oral o el uso de complementos UPF. En este caso, más es más.