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El melasma, mucho más que una mancha

Redefiniendo el punto de partida

El melasma es un tipo de mancha, sí, pero no uno cualquiera. Y esta es la afirmación preliminar desde la que debemos partir. De lo contrario, no es posible comprender ni su complejidad ni la dificultad que entraña su tratamiento.

Como ocurre con otras manchas, en el melasma, el elemento activador es el sol. Digamos que la exposición solar es la que desencadena el desastre, pero para que éste se produzca, antes deben haberse dado otros factores.

Si no contempláramos el problema desde este prisma, estaríamos confundiendo la verdadera naturaleza del también llamado cloasma.

Pero, ¿qué aspecto tiene el melasma?

Las manchas, dando por hecho que hablamos de las benignas, pueden clasificarse en dos grupos:

  1. Hipopigmentadas (las blancas)
  2. Hiperpigmentadas (las marrones)

El melasma pertenece al segundo grupo.

Al contrario de lo que ocurre con los léntigos solares, el melasma presenta un aspecto disperso y parcheado. Suele distribuirse de forma simétrica a lo largo del rostro, fundamentalmente en las zonas de la frente, mejillas y labio superior.

melasma labio

Hay quien dice que tiene forma de mapa, aunque yo prefiero el ejemplo de los dibujos del test de Rorschach que presentan ese aspecto simétrico tan característico del melasma.

Ahora que sabemos cómo es, veamos por qué aparece.

¿Por qué aparece el melasma?

Viajemos al interior de la piel y pongamos el foco en la capa de células basales situada en la zona más profunda de la epidermis. Es ahí donde nacen las células de recambio que garantizan una correcta renovación celular. Éstas migran hasta la superficie cutánea donde terminan desprendiéndose para no volver. ¡Adiós, mundo cruel! Ese viaje también lo realiza el pigmento que es producido y liberado por nuestro ejército de melanocitos.

Ellos son los responsables de dar color a nuestra piel. Los dermatólogos clasificamos la intensidad de ese tono en las distintas personas en fototipos. Bueno, a decir verdad, no solo se tiene en cuenta el color de la piel, también se contemplan otros aspectos como el tono de los ojos y del cabello y la sensibilidad a la radiación solar.

Lo curioso del tema es que todos contamos con el mismo número de melanocitos. Es decir, que la cantidad no depende de la raza. Digamos que Drácula tendría los mismos que puedes tener tú o una persona negra. De forma que, si la cosa no va de número, tiene que ir de intensidad.

Efectivamente, la diferencia entre una piel pálida nuclear y una negra reside en lo poco o mucho que trabajan los melancitos. A mayor actividad, mayor fototipo

Aquí empieza a vislumbrarse la clave del asunto

El melasma aparece más frecuentemente en fototipos medios y altos (III y IV). La explicación es sencilla. Las pieles ya de por sí oscuras, tienen de forma basal a su legión de melanocitos activos. Por eso, cuando se produce una estimulación extra, ya sea por causas internas o externas, tiende a salir la mancha.

Esos factores desencadenantes son básicamente dos: El sol y la influencia hormonal. Es decir, un enemigo exógeno y otro endógeno sincronizando su ataque contra nuestra piel. Esto requiere de una estrategia de defensa bien armada que vaya más allá de la fotoprotección.

Los estrógenos a la carga

Se sabe que, además de la acción del sol, existe una causa soterrada y mucho más desconocida que explica la aparición del melasma. Se trata de la influencia hormonal, concretamente de los estrógenos (las hormonas sexuales femeninas).

Esto explica por qué este tipo de mancha se da con más frecuencia en mujeres que en hombres.

La carga hormonal juega en nuestra contra y nos predispone de forma abrumadora.

Por eso es también muy común desarrollar melasma cuando los niveles estrogénicos son más altos. Por ejemplo, en el embarazo, ante la toma de anticonceptivos o de terapias hormonales sustitutivas durante la menopausia

El elemento activador de la mancha sigue siendo el sol, pero digamos que, si el melanocito está previamente alterado por las hormonas que influyen sobre él, cuando llega el estímulo de la radiación solar, la sangría de pigmento es mucho mayor.

¡Ojo! Porque llevamos todo el rato hablando de luz solar, pero debes saber que la luz visible (la azul) de las pantallas de móvil u ordenador, también afecta.

Los daños en las estructuras de la piel

El melasma es una enfermedad muy compleja en la que, además de la alteración de la función del melanocito, se da un daño en las diferentes estructuras de la piel. ¡Veamos de qué estamos hablando!

  • En primer lugar, se da una distribución desigual de la melanina, lo que crea áreas de mayor pigmentación de la piel, alternadas con otras que no presentan tanta coloración.
  • Como parte del fotodaño estructural, la piel reduce su producción de fibras de colágeno y elastina, lo que se traduce en una piel menos densa y consistente y más susceptible a la aparición de arrugas.
  • También se debilita la función barrera. De esa forma, aumenta la pérdida transepidérmica de agua y la posible penetración de agentes externos irritantes a capas más profundas de la piel, con lo que la piel se deshidrata se vuelve más sensible.
  • Por último, se da también una alteración en la microvascularización.

¿Cómo abordar el tratamiento del melasma?

Desde luego, con una mirada panorámica. No podemos tratar solo el aspecto de la mancha olvidándonos de las causas que hay detrás. Sería como tratar de achicar el agua en una inundación sin cerrar antes el grifo.

melasma

  • En la base del tratamiento del melasma está el uso del fotoprotector. Sí, parece una obviedad, pero éste sigue siendo un paso olvidado en muchas rutinas de cuidado facial. Hay que comprender que el filtro solar actúa como parapeto, conteniendo el daño que la radiación solar provoca en la piel y bloqueando ese estímulo que desencadena la aparición de la mancha.
  • Entre los tratamientos tópicos, contamos con las moléculas de acción despigmentante que reducen significativamente la actividad del melanocito. La hidroquinona es la reina de la fiesta, pero debe usarse correctamente y en periodos acotados porque de lo contrario, puede generar resistencia y dejar de sernos útil.
  • Otro gran aliado, como te decía, es el retinol que ayuda a reforzar la función barrera y contribuye a homogenizar la distribución de la melanina homogeneizando el tono de la piel. Además, el retinol potencia la penetración y la acción de la hidroquinona haciendo que ésta sea aún más eficaz.
  • Por último, podemos recurrir a los procedimientos. Entre ellos los peelings se llevan la palma. Eso sí, no solemos plantearlos como primera opción, sino una vez la piel ya está preparada con el tratamiento tópico.
  • Los dispositivos de luz, láser e IPL, pueden ser útiles, pero siempre en casos seleccionados y en una fase del tratamiento avanzada, cuando la actividad del melanocito esté ya controlada y la mancha atenuada por la acción de los tópicos.

Presentarle batalla al melasma requiere de mucha constancia. Debes saber que ésta es una mancha recurrente, que tiende a reaparecer cuando bajamos la guardia. Por eso es tan importante enfrentarte al tratamiento de la mano del dermatólogo. Podemos guiar tus pasos y acompañarte en el camino hacia tu nueva piel. No digo que vaya a ser fácil, pero sí es posible.

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