No sé si lo sabes, pero el acné no es patrimonio exclusivo de los adolescentes. De hecho, puede aparecer en otras etapas de la vida, desde la primera infancia hasta la edad adulta. Mientras que, en la etapa neonatal el acné suele resolverse sin trauma alguno, durante la adolescencia el impacto es mucho mayor.
En la pubertad se dan los tres factores que desatan la tormenta perfecta del acné: la variación del perfil hormonal, la inmadurez del paciente y la falta de iniciativa para ponerse en tratamiento. El chaval de 15 años que tiene la cara salteada de granos, puntos negros y espinillas; se siente observado y avergonzado, inseguro y, ¡ojo al dato!, incomprendido.
A pesar de que sus amigos y compañeros de clase puedan estar más o menos en su misma situación, él se encuentra en un momento de gran vulnerabilidad donde la objetivación no existe y el impacto del acné en su día a día cobra dimensiones estratosféricas. Al menos él o ella lo vive y siente así.
Con esto no quiero decir que todo esté en la mente de nuestro jovencísimo paciente. No, muy al contrario. El acné, también el denominado “acné vulgar”, puede tener carácter grave y, aun no llegando a tal extremo, debe tratarse.
Nosotras que estamos especializadas en esta patología, apostamos por el tratamiento precoz. Ese es, en realidad, el único que puede tener efecto preventivo. Lo que debemos evitar, además del sufrimiento del paciente, es la aparición de esas marcas y cicatrices que luego le acompañarán de por vida.
¿Qué diferencia al acné adolescente del de la mujer adulta desde el punto de vista hormonal?
En el acné se afecta a la unidad pilo-sebácea y en todos los casos existe una influencia hormonal androgénica.
Durante la pre adolescencia y/o adolescencia aparece cuando las hormonas masculinas comienzan a aumentar al inicio del desarrollo puberal. En este sentido, consideramos que el acné en estas etapas tiene carácter fisiológico y es esperable, lo cual no quiere decir que no debamos tratarlo.
En líneas generales, podríamos poner en la marca de los 10-11 años, la fecha de inicio de lo que llamamos acné preadolescente-adolescente. Las niñas suelen debutar antes, en comparación con los chicos, aunque son ellos, quienes sufren los cuadros más severos. Obviamente, estamos hablando de la generalidad. Entre los 17 y 18 años el perfil hormonal suele estabilizarse y el acné tiende a remitir, aunque no desaparece de repente. Y en muchos casos ese proceso puede durar mucho tiempo.
En el acné de la mujer adulta, el desencadenante principal también es hormonal. Sin embargo, esta influencia hormonal no es normal ni esperable en la adultez, por ese motivo la consideramos patológica y alterada.
Una de las cuestiones que, como dermatólogas, más nos preocupa es la normalización del acné vulgar. Efectivamente se trata de una patología muy frecuente. Entre el 80-90% de los adolescentes la padecen, pero eso no significa que deba ser banalizada. La realidad es que el acné adolescente trae consigo mucho sufrimiento.
El impacto en la autoestima y en la forma de relacionarse del adolescente
El hecho de que el acné en esta etapa termine resolviéndose solo y que no ponga en riesgo la vida del paciente, puede llevarnos erróneamente a pensar que se trata de algo trivial y exento de riesgos. Sin embargo, no tratarlo tiene consecuencias importantes, tanto físicas (dolor, cicatrices permanentes…) como psicológicas (baja autoestima, depresión…).
La adolescencia es un momento crucial en el que se establecen numerosas relaciones interpersonales y se conforma nuestra personalidad y autoestima. Tener acné estigmatiza y acompleja mucho más de lo que pensamos, a pesar de que el paciente no lo verbalice claramente por vergüenza o miedo.
No se trata solo del trauma que puede suponer el acné en su fase activa, sino del peligro de terminar luciendo marcas permanentes. Además, cuanto más inflamatorias sean las lesiones y más se manipulen, mayor es el riesgo de desarrollar cicatrices.
Como ves, la no manipulación de las lesiones es un factor determinante en la prevención de las marcas de acné. Aún sabiéndolo, para muchos adolescentes, evitar la tentación de manosear sus granos es casi imposible. Por eso insistimos en la necesidad de concienciar a los pacientes e informar a los padres. Es importante que estos últimos, se impliquen en el proceso de curación de sus hijos, primero dándole importancia a la enfermedad y después facilitando el acceso al tratamiento.
Probablemente, tu hijo/a adolescente ignore por completo la figura del dermatólogo. Es muy factible que, si no encuentra la comprensión y la ayuda que necesita, recurra a internet y termine siguiendo los consejos de influencers, youtubers y bloggers. Entre tips de dudoso rigor y remedios naturales, puede que tu hijo termine desesperando. Por eso es tan importante estar atenta, detectar cuándo hay que intervenir y hacer que prime el criterio médico y el rigor científico.
Tocar una lesión de forma inadecuada, y esto incluye estrujar, apretar y reventar, genera más inflamación de la que ya hay y, por lo tanto, multiplica las posibilidades de generar cicatrices. Existen algunas lesiones de acné que se benefician de ciertos tratamientos como el drenaje o la infiltración, pero es importante identificar cuáles y que estos procedimientos se lleven a cabo de la manera y con el material adecuados. Para ello vuelve a ser imprescindible la valoración y tratamiento por un dermatólogo, que por algo es el especialista de la piel.
Hablemos de las lesiones de acné
Las lesiones de acné se clasifican en cinco grupos según su severidad:
- Leves
- Leves-moderadas
- Moderadas
- Moderadas-graves
- Graves
Existe los comedones que comprenden tanto los puntos negros como los blancos (espinillas, para los amigos). En otro grupo tenemos las lesiones inflamatorias. Estas son las pápulas y las pústulas.
Mientras las primeras presentan un aspecto sobreelevado y rojizo, las segundas están coronadas por puntas de pus.
Cuando la cosa empieza a desmadrarse, entran en escena las lesiones inflamatorias nódulo-quísticas. Estas son mucho más profundas. Pero, lo más frecuente es lo que llamamos polimorfo o combinación de varios tipos de lesiones. Por eso es tan importante poner medios al inicio del cuadro, cuando las lesiones presentes son aún superficiales y, por lo tanto, no han tenido tiempo de producir las odiadas cicatrices.
Recomendaciones para ti, como madre de la criatura…
La más importante es que tomes conciencia de la implicación física y emocional que puede tener el acné en tu hijo adolescente y que seas más rápida que Usain Bolt a la hora de solicitar valoración dermatológica. Destierra la idea de que, como el acné es natural, hay que pasar por ello. Nada más lejos de la verdad. Tu hijo tiene la opción de evitarse ese mal trago. Poner un tratamiento de forma precoz le hará la vida más fácil en esa etapa que, de por sí, ya es complicada para un adolescente.
Existen tratamientos muy seguros y eficaces que nos permiten minimizar el riesgo de secuelas. Entre ellos destacamos la incorporación de una rutina de cuidado facial diario. Fíjate si es importante integrar esto en el sistema operativo de tu hijo, que lo consideramos el punto de partida de todo tratamiento para el acné. Sin eso, el resto de herramientas terapéuticas terminan quedándose cojas. La limpieza, nos permite entre otras cosas, seborregular. Eso explica que sea una medida de contención súper necesaria en el contexto de una hiperfunción de la glándula sebácea.
Aquí vuelves a jugar un papel fundamental. Aunque las hormonas hayan poseído a tu hijo y sea más difícil hablar con él que con el Papa, vas a tener que ser nuestros ojos en la intimidad de tu hogar. Insístele, contrólale y sobre todo motívale para que tome parte en la solución a su problema de piel.
Los tips que todo paciente adolescente con acné debe conocer:
- Lo primero, la limpieza mañana y noche con productos seborreguladores.
- No hay producto que, sin constancia, pueda ayudar.
- Hay que evitar en la medida de lo posible las grasas saturadas, los trans y alimentos con alto índice glucémico. Todo ello empeora el acné.
- El tabaco y el alcohol son poco recomendables porque pueden agravar el cuadro.
- El estrés mejor lejos.
- El maquillaje, de usarlo, siempre “no comedogénico”.
- En el caso de usar maquillaje, desmaquillar exhaustivamente. Y luego, ¡limpieza!
Pon lo que más te importa en las mejores manos
Acudir al dermatólogo es fundamental, pero más aún, escoger uno especializado en acné. Como en todas las ramas de la medicina, en dermatología existen un sinfín de subespecialidades. En Clínica Eguren somos expertas en el tratamiento del acné. Nuestro abordaje integral de la patología y nuestro concepto global de la salud, que integra tanto los aspectos físicos como los emocionales, conforman el sello Eguren.
Nos ponemos en tu piel y te acompañamos en tu camino hacia una piel sana y bonita. La tuya y también la de aquellos que más te importan.