¡Socorro! ¡Emergencia! ¿¡Quién ha dicho genital!? Muy a nuestro pesar, sigue habiendo muchos tabúes en torno al órgano sexual. Son muchos los que continúan sintiendo cierto pudor o directamente vergüenza, al hablar de lo que consideran tan íntimo como secreto. Sobre todo, llama la atención que el motivo de su rubor sea algo tan natural como plural.
Como responsable del área de Ginecología Dermatológica de Clínica Eguren, me gustaría combatir ese oscurantismo dominante con conocimiento, el pudor con naturalización y los falsos mitos que giran en torno a este tema, con evidencias científicas. Hoy os voy a hablar del Herpes genital. Así que ¡allá vamos!
¿Qué es esto del herpes genital y qué aspecto tiene?
El herpes genital, como todos los tipos de herpes, es una enfermedad infecciosa. En este caso decimos que es crónica, vamos, que es de larga duración. Está causada por el virus herpes simple (VHS). Sí, lo sé, no se complicaron mucho con el nombre. Lo que sí existe es una sencilla clasificación según el tipo, el tipo 1 y el tipo 2. De acuerdo, la originalidad no es lo nuestro… Los médicos tenemos otras virtudes.
Clínicamente, se caracteriza por la formación de pequeñas ampollas localizadas sobre una piel que, generalmente, se encuentra enrojecida. Estas vesículas pueden o no aparecer agrupadas.
- En pacientes varones, cuando las lesiones se localizan en el pene, tienden a hacerlo en grupo.
- Sin embargo, entre el público femenino, cuando el herpes se da a nivel vulvar/perineal, es mucho más frecuente la aparición de ampollas puntuales distribuidas por los dos labios mayores y menores.
Pero ¡Ojo! Porque no siempre se observa la vesícula. Puede pasar que solo haga acto de presencia una erosión con los bordes perfectamente definidos. Este también es un rasgo característico de los herpes.
¿Cómo se transmite el herpes genital?
Dado que la localización es genital, en la mayoría de los casos, su transmisión es por vía sexual. Por lo general, el herpes genital resulta muy doloroso. Genera importantes molestias en las zonas afectadas por las lesiones y en la región púbica o inguinal.
Pero como siempre, existe la excepción a la regla. Y esta se da cuando se producen cuadros de infección asintomáticos.
Por ese motivo y porque en muchos otros casos, no se diagnostica como tal, existen infinidad de pacientes con herpes genital que pueden transmitirlo sin siquiera saber que son portadores.
Como os podéis imaginar, esto aumenta considerablemente el riesgo de transmisión. Al no haber síntomas, el paciente no acude al médico y puede transmitirlo.
En ocasiones pueden darse rebrotes de las mismas lesiones, aunque generalmente tienden a ser menores en número y también menos sintomáticas. Curiosamente, las recurrencias no siempre se dan en la zona inicial, pueden localizarse fuera de la región genital y aparecer lesiones vesiculosas en la región lumbar o en la región glútea. Por ello, es importante, no solo tratar el episodio agudo, sino entender la infección herpética genital, como una entidad “crónica”.
La importancia del diagnóstico
El diagnóstico del cuadro puede no ser fácil, dado que la mayor parte de las veces los pacientes con historia de lesiones ulceradas/vesiculosas, recurrentes, autolimitadas, están asintomáticos y no presentan dichas lesiones en el momento de la consulta.
En el caso de que estén presentes, se debe tomar una muestra del exudado de la lesión para identificar la presencia del virus. Se necesita el líquido que liberan al romperse las vesículas o que se libera de las erosiones, porque en dicho líquido se detecta fácilmente el virus, dada su elevada concentración. Además de la liberación por secreciones genitales, el contacto directo con las lesiones resulta también en una alta contagiosidad.
Existen otras pruebas para el diagnóstico de enfermedades herpéticas, sin embargo, en el caso del herpes simple genital, cuentan con ciertas limitaciones. La detección de anticuerpos frente a estos virus, refleja que el paciente ha entrado en contacto con el virus. Sin embargo, dado que hay otros cuadros de infección herpética causados por estos virus, por ejemplo, el herpes orolabial, un resultado positivo debe ser siempre interpretado con cautela.
¿Cómo lo tratamos?
Respecto al tratamiento del herpes genital, debe diferenciarse el tratamiento agudo del cuadro del tratamiento profiláctico (preventivo).
- El tratamiento del cuadro agudo consiste en el uso de antivirales y una serie de recomendaciones locales que permiten secar las lesiones, evitar la sobreinfección bacteriana y facilitan la curación de las lesiones.
Existen diferentes fármacos antivirales, cuyas dosis deben ser ajustadas, según las patologías previas del paciente y según la posología elegida. Además, debe ajustarse el tratamiento según sea el primer episodio o sea una recurrencia.
- En caso de que los cuadros se repitan con mucha frecuencia, se pueden utilizar estos fármacos, con una dosificación ajustada y durante un tiempo más prolongado, como tratamiento preventivo.
La necesidad de hablar alto y claro del herpes genital
Es vital que el paciente tenga toda esta información y que sea conocedor de las posibles consecuencias de un herpes genital no tratado.
En el caso de las mujeres portadoras del virus, especialmente en edad fértil, la infección es relevante de cara al embarazo. Y muy especialmente durante el parto, momento en el cual se puede producir la infección del recién nacido en su paso por el canal del parto.
Debemos, nosotros como profesionales de la salud y los pacientes como parte interesada, hablar alto y claro sobre las infecciones de transmisión sexual. Conocer de su existencia, sus síntomas y sus posibles derivados, permite al afectado proteger a sus parejas sexuales, rompiendo la cadena de transmisión.
Dicho esto, quisiera aclarar, para que no se produzca una oleada de divorcios y separaciones, que la aparición de lesiones en uno de los componentes de la pareja, no implica necesariamente la existencia de otras relaciones fuera de la misma. Si uno es portador, aunque no lo sepa, y el otro no se ha puesto en contacto con el virus, puede producirse la transmisión a este segundo, si no se ha utilizado protección.
¿Sabes a quién acudir?
Lo que no se habla se hace invisible. Si estás afectado por el herpes genital, no sumes a tus molestias la vergüenza. Este es un problema mucho más común de lo que te imaginas.
Y recuerda que la Venereología es una subespecialidad de la especialidad de Dermatología. Es el dermatólogo quien se encarga del diagnóstico y tratamiento de las enfermedades de transmisión sexual. Así que ahora que ya sabes a quién acudir, no lo dejes pasar. Es tu piel, es tu salud, es tu bienestar.